domingo, 18 de noviembre de 2012

RUINAS DEL MONASTERIO DE SANTA COMBA DE NAVES

Vamos a hablar en esta ocasión de un enclave realmente fascinante. Un lugar cargado de magia y encanto y a la vez muy desconocido.
Se trata de las ruinas del Monasterio de Santa Comba de Naves,en Ourense.


He de reconocer que aunque había pasado por aquella zona en infinidad de ocasiones, nunca había oído hablar de este monasterio. Un buen amigo de Orense me habló de él en una conversación a través de una red social y de inmediato sentí la necesidad de ir a conocerlo.
 Siguiendo sus indicaciones, me dirigí a una pequeña aldea próxima a este lugar, desde la que a pie, me encaminé a través del bosque hasta llegar al precioso monasterio. Al llegar a dicha aldea, hay que dejar el coche aparcado a un lado de la carretera y continuar el camino hasta las ruinas, atravesando un frondoso y verde bosque inundado de todo tipo de vegetación, árboles majestuosos y formaciones graníticas a cual más bonita e interesante.

El sendero que conduce al monasterio, aunque sí que se encuentra visible, es un tanto confuso, ya que existen a lo largo de él, diversas bifurcaciones que en un momento dado pueden hacer que te despistes y elijas el camino incorrecto. Esto mismo es lo que me ocurrió aquel día y que supuso que en lugar de los 20-25 minutos que empleas en llegar hasta allí, se trasformaran en unos 45 minutos de caminata entre rastrojos, montículos y demás obstáculos naturales que por momentos me daban la impresión de encontrarme completamente perdido.

Al ser una zona totalmente agreste, escuchaba por el camino diversos ruidos provocados por animales de todo tipo. He de reconocer que por momentos el miedo a encontrarme con alguna alimaña hacía que estuviera muy tenso en mi camino, pero por suerte no hubo finalmente ninguna sorpresa.

Tras deambular por ramales incorrectos durante un buen rato, finalmente pude coger el sendero correcto que ya al fin, me llevaría directo a las ruinas. El camino desde Naves es prácticamente todo en bajada, por lo que la vuelta se hace bastante difícil al tener que caminar durante unos 20 minutos cuesta arriba; así todo merece la pena la caminata.


Se trata de un Monasterio benedictino probablemente fundado por Alfonso III en el año 888. El conjunto arquitectónico presenta aspecto de fortaleza, con una puerta principal en la que se encuentra el escudo del monasterio y donde aparecen una cruz trebolada, un compás y un círculo, que sugieren su dependencia de Celanova, al que se anexó en 1499.

Constaba de planta baja, piso inferior y superior. Posee una capilla exenta de época moderna y un palomar en los sótanos se aprecian restos de un lagar.
 Fue reconstruido en 1760 y funcionó hasta 1836, año en el que fue abandonado definitivamente. El Monasterio se enfrentó en el siglo XV a la reforma llevada a cabo por Rodrigo de Valencia, Prior de San Benito de Valladolid. El 26 de Abril de 1.499 el Prior de Valladolid unió e incorporó los Monasterios de San Pedro de Rocas y Santa Comba de Naves al Monasterio de Celanova, pero poco después, el 23 de Julio cambiaría de opinión y se asocia a San Paio de Antealtares, Rocas y Naves.


Celanova recurre a Valladolid y la anexión acaba no prosperando. La definitiva maniobra de anexión es obra de León X en Roma el 19 de Marzo de 1.513, a petición del Abade de Celanova.
El pontífice, declara válida y confirma la anexión hecha por su predecesor Xulio II ; desde entonces Santa Comba es un priorato administartivo de Celanova.
Los últimos años de su actividad hasta el año 1.836, el Monasterio tan solo estaba habitado por 4 monjes.

El emplazamiento es realmente espectacular. Se sitúa en medio de un frondosísimo bosque repleto de castaños, arbustos, riachuelos y demás elementos naturales que te hacen olvidar por un buen rato el bullicio y el ritmo al que estamos sometidos en nuestro día a día.
Dado su gran deterioro y la zona en la que está situado, hay que fijarse muy bien cuando llegas a su altura por el sendero, ya que la vegetación poco a poco lo está engullendo de una forma escandalosa.
Lo primero que te encuentras es la puerta principal, en la que destaca el anteriormente mencionado escudo. Atravesando el arco de esta puerta accedemos a diversas estancias inundadas de escombros que en su mayoría poseen una gruesa capa de musgo que hacen difícil el movimiento por ellas. Aún se pueden observar en las partes altas del monasterio arcos preciosos con elementos esculturales como motivos florales e incluso alguna ya muy gastada escultura religiosa.
Aunque había varias plantas, hoy en día tan solo se puede visitar la planta baja, ya que las plantas superiores han desaparecido por completo, quedando en algunas zonas tan solo las paredes exteriores que las cubrían. A lo largo del pasillo central del edificio vamos dejando a los lados algunas pequeñas salas amuralladas y un corredor en la parte izquierda que va hasta el fondo del monasterio. Justo allí en el fondo del Monasterio se halla una sala ya más amplia en la que los árboles han crecido a sus anchas en su interior, dotando al habitáculo de un techo natural hecho a base de ramas y hojas.


Saliendo del Monasterio hacia la parte baja del camino, se esconde un pequeño tesoro que quien no sepa de su existencia no podría encontrarlo. Completamente engullida por la vegetación y a unos 30 metros del edificio principal en una zona escarpada nos encontramos con la capilla.
Al igual que el monasterio carece de techo y tan solo se mantienen en pie los cuatro muros que la rodean.
Aún podemos observar en su interior un bonito altar en el que el día de mi visita encontré algunos velones de alguien que por allí pasó a celebrar algún acto religioso.
Es una capilla muy pequeña y al igual que el resto del enclave, cubierta por el musgo y la maleza pero de un encanto increíble.
Me consta que en esta capilla y en algunos lugares más del monasterio ha habido personas que han vivido algunas experiencias paranormales impresionantes, aunque en mi caso tras experimentar un rato con mis aparatos no pude detectar fenomenología paranormal alguna. Tan solo una paz y una tranquilidad como en pocos lugares he sentido.




La parte menos amable de la visita tal y como comentaba al principio de este escrito es el regreso a la aldea de Naves, ya que debemos realizarla en su totalidad con una pronunciada pendiente.
Así todo las vistas de ese fantástico bosque que rodea todo aquel entorno hacen de este regreso un paseo completamente maravilloso.

 Ya sabéis; unos buenos zapatos, ropa cómoda y a caminar por el monte de Orense en busca de un tesoro que os aseguro os dejará alucinados una vez lo encontréis.

 Os dejo un pequeño video en el que al menos podéis haceros una idea del lugar y dar conmigo un paseo por las diferentes dependencias del edificio.


  Sin más me despido agradeciendo de nuevo vuestra atención

Fotografía, video y edición por Karkallón 
Fuente consultada www.hispanianostra.org